sábado, 21 de febrero de 2009

Entre Chismes y Rumores te veas...


Ciertamente, cuántas veces nos ha pasado que hemos quedado enredados en rumores y mentiras infundadas, provocadas por personas mal intencionadas.


Las razones pueden ser muy variadas, desde envidias, celos y mala voluntad, hasta simplemente ganas de estar molestando y ver las reacciones que ocasionan con sus negativas actitudes.

No importa cual sea la causa, la consecuencia regularmente es nefasta para el afectado, y puede traer consigo serios problemas posteriores si no se aclaran a tiempo.
Muchas veces, aunque no queramos darle importancia a los chismes para no hacerlos más grandes, resulta que la fuente de donde surgieron no se detiene, y brotan de ella como manantial inagotable, miles y miles de comentarios anexos para reforzar tal o cual rumor previamente inventado, y no sólo ello, sino que se encargan de hacerlo llegar a la mayor cantidad de gente posible, y como el juego del teléfono descompuesto, con versiones cada vez más enredadas y enriquecidas con matices negativos y perjudiciales para el afectado.


Lo peor del caso es que siempre, el último que se entera, es precisamente éste, a quién le han dejado su imagen, su integridad y su personalidad, literalmente arrastrada por el suelo, a punto de ser linchado o acribillado como en la época del oscurantismo, donde reinaba la ignorancia del pueblo y a cualquiera se le quemaba en la hoguera porque algún "acomedido" difundía el rumor de que el acusado era un traidor al reino, una bruja o un hereje.


Desafortunadamente, sigue habiendo mucha gente ignorante, capaz de buscar la aceptación de los demás inventando cosas sobre otros. O peor aún, es tanto su deseo de llamar la atención que no soportan que alguién más sea más querido, admirado, escuchado o simplemente, que su sola presencia sea suficiente para que un lugar sea más ameno y agradable.
Porque ciertamente, hay personas que nacen con estrella y hay otras que definitivamente nacen estrellados, y eso, aunque suene muy cruel, es una realidad de la vida, y hay que saber vivir con ello y aceptar cada realidad que nos haya tocado vivir, y sobre todo, no amargarnos por ello tratando de volver la vida de nuestros congéneres lo más miserable posible.
Puedo decir por propia experiencia, que los rumores son en la mayor de las veces provocados por el más inmundo de los sentimientos del ser humano: "la envidia".
La envidía, además de ser uno de los famosos pecados capitales, es un sentimiento profundamente negativo, ya que va carcomiendo el alma como la lepra a la carne. Se alimenta del sentimiento provocado por el éxito del objeto de nuestra envidía, y va creciendo directamente proporcional a la popularidad de la persona envidiada.
Por ello, la persona que abriga este sentimiento en su interior, va sintiendose cada vez más pequeño al lado del otro, su autoestima, que seguramente está en un nivel peligrosamente bajo, se mezcla con el sentimiento de inferioridad y frustración, cuya mezcla provoca una explosión de energía, que en lugar de generar algo positivo, se encamina a planear destruir aquello que hace que la persona a quién cuya vida codicia le hace feliz, amado, exitoso y popular.
Sin embargo, se enfrenta ante la gran disyuntiva de utilizar su ingenio para algo positivo que probablemente le será muy difícil lograr, o bien, hacer lo más sencillo, lanzar una bola de nieve por una pendiente y esperar a que ésta crezca y se vuelva enorme, descontrolada y destructiva, y cruzar los dedos porque llegue hasta algún punto vulnerable donde pueda causar mucho daño...
Lo curioso y realmente gracioso de estas personas, es que de tantas veces que repiten y repiten el rumor, llega el momento en que ellos mismos lo creen y están convencidos de que las cosas que inventan en realidad pasaron como ellos lo cuentan. Son dignos de un análisis psiquiátrico, ya que los pobres, no logran diferenciar la realidad de sus propias y mediocres fantasías.
Afortunadamente, el tener estrella tiene sus ventajas, ya que regularmente estas personas cultivan verdaderas amistades. Gente muy valiosa cuyo cariño es verdadero e incondicional y que no permitirán que la bola de nieve logre destruir nada.
Estos leales amigos, son los que ponen sobreaviso al afectado de forma lo suficientemente oportuna, como para detener los rumores y los chismes salidos del manantial del envidioso, al cual, no le queda más que hacer como el avestruz: agachar la cabeza y enterrarla donde se pueda para que no se le repudie como se le merece.
Y nuevamente surge aquí, la importancia de la preparación, la cultura, la educación, el fogueo social y la capacidad de desarrollarse en diferentes ambientes. Porqué lo mejor que se puede hacer para tratar a esta gente, es no prestarles atención, ya que de esta forma, les niegas aquello que han codiciado y anhelado con vehemencia desde que comenzaron a envidiar, y todo lo que hicieron mal se vuelve contra ellos, cuando se descubre su engaño y se desenreda la madega de mentiras que lograron armar.
Por eso, nuevamente les aconsejo: No pierdan el estilo, ante gente que no merece ni siquiera un minuto de su atención, dejen que su larga y venenosa lengua se enrede en sus propias mentiras hasta que se tropiecen con ella misma y se la muerdan dolorosamente. No vale la pena darles ni un poco de luz en su oscuro y vacío camino, finalmente, no sabrían distinguir la realidad de su fantasía.



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